domingo, 12 de julio de 2009

.......

Si te vas a escapar
toma lo que falta que es poco,
que mi vida lo poco
es lo mucho que atormenta.

Tómalo, tómalo todo,
que si lo dejas
arderá mi conciencia.

Quítame lo que queda que es poco,
porque no quiero no tenerte por completo,
y no darme del todo...

Si te alejas,
¡no lo dejes a medias y róbate todo!
ya te llevaste lo que me hacía valerozo,
mi dureza, gallardía y orgullo
ya son tuyos, ya son tuyos.

Y si no lo quieres,
¡arrójalo todo!
pero no quiero guardarlo conmigo
que lo poco que tengo es lo mucho vivido.

¡Si te marchas arraza con todo!,
no des la vuelta a ver un alma desolada
y cierra la puerta de mi vida arrebatada.

lunes, 29 de junio de 2009

Segundo, existo!

¿Cuándo se comienza a dudar del juicio propio? ¿cómo saber si aún los límites (tal vez ya inexistentes) impuestos son razonables o carecen de congruencia con la realidad de los demás?

Lo que para uno mismo es prueba, para alguien más resulta enfermizo, mas cuando hago introspección de ello los argumentos aplicados para mí tienen toda la lógica del universo, así suena, a mí razón, pero resulta ser inmoral.

¿Y no que el cuerpo de uno es de uno? ¿no es sino más que el trozo de carne en el que tu "espiritu" (o mejor, conciencia) le tocó estar y nada más?

No es más que la prisión de la escencia misma de la mente, y por lo tanto, como obstáculo, uno debería vencer sus limitaciones. El dolor, el hambre, el sueño, no son otra cosa que obstrucciones que, con un poco de esfuerzo, pueden superarse. Entonces ¿no estoy sólamente venciendo el obstáculo, la prisión de mi mente, al cortar mi carne a modo de prueba física?

Para el "juicio perdido" (según los demás, para mí, único en toda su lógica) estoy llegando a otro nivel de conciencia, un grado más avanzado que el de la gente promedio. Mi mente supera el obstáculo del dolor, no muy presurosamente, pero lo hace con éxito.

La mente sobre la materia es la máxima expresión de conocimiento y dominio, y yo tengo dominio sobre el dolor de mi carne, por lo tanto he superado ese miedo humano del daño físico.

No es con dolor del alma, pues lo hago conociendo todos los riesgos, con razonamiento, para probar cuánto más puedo vencer los obstáculos. Es un ejerciciode autocontrol, una vez aprendido en uno mismo es aún más fácil aplicarlo en los demás, y una vez juego con la conciencia ajena me aseguro de que soy más fuerte de lo que creí.

He llegado a otro nivel de vida (al punto de superar la importancia que la humanidad le da a esta), por lo que puedo trascender a una realidad que no necesita el físico. He llegado a otro mundo, y como visionario solitario, para los demás no son otra cosa que incongruencias de un enfermo mental, mas no sentirán la dicha de lo que supera al hombre, lo que está más allá de lo que pueda soportar el cuerpo, ¡nunca sentirán el placer de la existencia misma!.